En este Día del Trabajador Sanitarista quiero hacerles llegar un saludo afectuoso y un profundo agradecimiento a cada uno de ustedes, que con compromiso, esfuerzo y vocación llevan adelante esta noble tarea. No se trata solo de garantizar un servicio esencial, sino de cuidar la salud, el bienestar y la dignidad de millones de personas que dependen del acceso al agua potable y al saneamiento.

Este oficio comenzó a forjarse un 15 de mayo, hace ya 150 años, con la colocación de la piedra fundamental del Establecimiento Recoleta, la primera planta purificadora de agua del país. Desde entonces, nuestra labor ha sido clave para el desarrollo del país y la mejora en la calidad de vida de la población.

Hoy es un día para reconocer todo lo valioso que rodea a nuestro trabajo. Asumimos una responsabilidad fundamental y cada jornada, todos y cada uno de nosotros, desde los puestos más visibles hasta los que muchas veces no se ven, sostenemos con
entrega, profesionalismo y un profundo sentido del deber esta misión colectiva, incluso en tiempos difíciles como los que nos toca vivir hoy.

Ese compromiso es parte de una historia compartida que fuimos construyendo entre todos, y que también pertenece a quienes ya no están pero dejaron su huella imborrable como parte de esta gran familia sanitarista.

Abrazo ese esfuerzo cotidiano y celebro con orgullo ser parte de esta comunidad que transforma realidades. Porque lo que hacemos, importa.

Gracias por dar siempre lo mejor y por construir, día a día, esta empresa que es de todos.

Orgullosamente sanitaristas, cuidando lo esencial.